Obertura
Donde la Madre exhorta a la Niña a practicar juegos infantiles pero esta manifiesta su preferencia cadaverina, a la vez que sugiere asociaciones entre la muerte y la actividad agrícola ganadera.
Mi niña, para dormirse,
Quiere ovejitas contar.
Que no cuento ovejas, madre,
Sino muertos, que son más.
Cierro los ojos y miro
A los muertos del corral.
“Un, dos, tres” yo no he contado
Que otros tres muertos ya hay.
¡Ay, cuánto muerto estaqueado!
¡Ay, cuánto muerto podrido!
¡Ay, cuánto muerto quemado!
¡Ay, cuánto muerto de frío!
¡Ay, niña, que por amores,
Debes flores deshojar!
No hurgo en las flores, madre,
Hurgo en los muertos, que hay más.
Ábreme, madre, el cerrojo
Que al jardín quiero pasar
¡Cómo está de florecido!
¡Cuánto muerto fue a brotar!
¡Ay, tanto muerto enraizado!
¡Ay, tanto muerto caído!
¡Ay, tanto muerto reseco!
¡Ay, tanto muerto sombrío!
Hay tanto muerto en el aire,
Hay tanto muerto en el río.
Abel
Yo, Abel, primero entre los muertos
Inauguro mi estirpe
Siembra soy de mi hermano
Toda la tierra es mía
Por mí ruge
Por mí se abre
De mí se impregna
Por mí toda la tierra es una llaga
No hay hermano que me guarde
(Mi hermano
Ninguna tierra es suya)
Brote de mí
Mi sangre
Surco de mí
Mi herida
Estigma de los mansos
Que me corona
Yo, Abel, pastor vuelto simiente
Fecundo el primero la tierra de sombra
Bala el Cordero muerto por Abel
Pastor que del corral me arrebataste
Causando en mi rebaño una gran pena,
Vuélvase mi balido tu condena
Pues sangra aún el surco que labraste.
Cuando en el ara el filo me clavaste
Repetías: “El cielo me lo ordena”,
Mas no te hace piadoso tu faena,
Sino esbirro del dios que te inventaste.
¡Hipócrita pastor, mi igual, mi hermano!
Ahora que te han matado con falsía
No finjas un candor que yo sé vano.
Si heriste con feroz alevosía,
No te asombre el azote de la mano
De aquel que más guardarte debería.
Catharina
Yo, Catharina Hönn,
Concebí un niño en septiembre
En abril, al mediodía, lo alumbré
Según los jueces
Falté a las leyes de Dios y de los hombres
El cura asintió
Persignándose
Dijo
Que solo a Dios me podía encomendar
Y que lo hiciera con fervor
Para salvarme del infierno y sus abismos
(Nada repliqué
Mas tengo para mí
Que el infierno cabe en un colchón de paja)
Con mi historia
Los notarios llenaron
Cinco folios
Que elevaron al gran duque
Quien confió la decisión a sus consejeros
(Nada objeté
Pero adivino que mi historia
Cabe en media cuartilla:
Yo, Catharina Hönn,
Concebí un niño en septiembre
Lo alumbré en abril, al mediodía,
Y lo oculté en la paja)
Los consejeros tardaron seis meses
En expedirse
Dijeron
Que aligerar mi pena sería inadecuado
Pues ¿cuál sería el ejemplo para otras
Débiles como yo?
Nada impugné
Tres días tardó el verdugo en requerirme
En el patíbulo leyeron los cargos
(Bien los conocía:
Yo, Catharina Hönn,
Concebí un niño en septiembre
Me creció a despecho
Lo alumbré en abril, al mediodía
Retorciéndome
Tres veces
Lo herí
Y lo oculté en la paja
Todo en silencio
Sobre el colchón angosto
En un cuarto más angosto todavía)
El cura volvió a persignarse
Entre rabia y pena
Me miraban las gentes
Decían algunos
Que bien lo merecía
Por apartarme de Dios
Nada repliqué
Mas tengo para mí
Que es Dios el que se aparta
Ifigenia
Despósame, puñal, no te acobardes.
Elige un sitio dulce para el hecho:
Garganta palpitante o gentil pecho,
Adéntrate allí, novio, no te tardes.
Mas tiemblas. Son, pues, vanos tus alardes
Y la hombría en que fundas tu derecho
De lacerar mi carne en tu provecho
Para que un viento más propicio aguardes.
Si así es como mi patria me desposa,
Destino más dichoso considero
El de Helena, a quien llamas licenciosa.
Si preguntas, puñal, también prefiero
A esta boda en la Hélade gloriosa
Una bárbara unión con extranjero.