nevermore ediciones
el futuro editor despertó acatarrado y con la cabeza partida
bailaban ojitos de luz en las paredes de su departamento
putas fiestas alternativas, masculló
y se vendó la cabeza de almohadas
se vio centro de atracción de la noche, hablando de su proyecto editorial por ahora sin nombre entre festejantes en órbita
tenía más vasos que brazos
tenía un cuchillo clavado en la crisma que se hundía un poco más a cada tos
le vino a la mente la bola amarilla brillando y los aullidos y ese poeta canoso que gritaba Sol cuello cortado mientras hacía equilibrio sobre el murete de una terraza de La Paternal
pero era una sandía rajada y reseca su cabeza
vino la náusea, se fue y vino
un poeta inédito que había conocido en la fiesta cruzó el marco trayendo una taza con algo efervescente y tres pastillas en tonos pastel
vestía bermudas y tiradores sin camiseta
las pastillas atravesaron en fila las arcadas del futuro editor
que vació el vaso, exhaló y se vio pálido y despeinado en el espejo del ropero
el pelo del pecho del poeta inédito borboteaba rubión entre las paralelas de sus tiradores rojos
otro poeta inédito que había conocido en la fiesta entró con café y jugo de naranja
la bandeja tintineó sobre los muslos del futuro editor como los jarros de un camión de lechero sobre el empedrado
no vio llegar al tercer poeta inédito que había conocido en la fiesta hasta que este lo rozó con su chambergo de ala ancha al agacharse para apoyarle dos compresas de hielo en las sienes
efecto electrochoque del escalofrío
el futuro editor se felicitó por la efectividad de su alfombra para silenciar los pasos, señal de que las píldoras y el café empezaban a hacer efecto y volvía a valorar algo de esta vida
el tercer poeta inédito, el más devoto sin duda, dado que a los otros dos ya los oía reír y recitarse mutuamente sus manuscritos en la cocina, se quedó de rodillas sosteniendo las compresas en respetuoso silencio hasta que
la dulzura del porro matutino lo atrajo como un imán de heladera
el futuro editor eructó
hálito amargo, oleadas de fernet y birras tibias
ahora los tres poetas inéditos no paraban de recitar mientras no paraban de dar vueltas por la cocina, desde donde le llegaba el estrépito de sus calzados dispares como sus estilos hollando los baldosones de porcelanato: un claqueteo de ojotas, pasos firmes de borcegos y el roce de la suela de unos zapatos negros en punta netamente baudelairianos
el futuro editor imaginó la ronda alrededor de la mesa naranja y se mareó
sintió una cuchillada nueva y tosió, gimió, se babeó, se bamboleó, quiso acomodar la compresa izquierda deshecha y chocó su nuca contra la pared mientras le chorreaba agua helada por el cuello
nevermore nevermore, murmuró y
tuvo un croquis de sonrisa hacia el telefonito